El “Sinodo sobre la Sinodalidad” que el Papa Francisco ha convocado para celebrarlo entre los años 2021 y 2024, es un Kairos para la Iglesia. La sinodalidad es para la misión y como sabemos el papa Francisco vive, piensa y promueve una Iglesia desde la misión y para la misión.
La sinodalidad es tan importante para entender la Iglesia que el papa Francisco llega a repetir una frase que también utilizó, allá en el siglo IV, S. Juan Crisóstomo, quien decía que la Iglesia tiene nombre de Sínodo. Es decir el Sínodo es nombre de la Iglesia. Por tanto, no es algo accidental, sino que brota de la identidad misma de la Iglesia.
En el proceso de preparación del Sínodo, ha habido varios procesos, se inicio con “La fase Diocesana” luego se sistematizaron los aportes a nivel de Bolivia, para presentarlos a continuación en las “Sinodales continentales” que se llevaron a cabo desde enero-marzo 2023. Posteriormente del 4 al 29 de octubre de 2023, se ha celebrado la Fase universal, con la XVI Asamblea del Sínodo que finalizó el 29 de octubre, pero el proceso sinodal sigue en marcha. El documento de síntesis vuelve a las iglesias locales, donde todo empezó y donde debe concretarse.
Con seguridad es un hecho histórico: Participaron 344 personas, entre ellos, 70 participantes no obispos con derecho a voto (54 de los cuales han sido mujeres).
El Instrumentum laboris estaba formulado como preguntas y claves para discutir.
Todos los comentarios que he leído han valorado la metodología que denominaron “Las conversaciones con el Espiritu”. El documento fue aprobado por más de dos tercios de los participantes.
El Informe de Síntesis aborda una amplia gama de temas y desafíos que la Iglesia enfrenta en su relación con el mundo. Destaca la importancia de la misión, la atención a los pobres y los vulnerables, los abusos, la igualdad de género y la adaptación a la cultura digital. Estas reflexiones y propuestas sientan las bases para la segunda sesión del sínodo en 2024.
El documento Sintesis se divide en tres partes: La primera titula, «El rostro de la Iglesia sinodal», establece los principios teológicos que fundamentan la sinodalidad. La segunda parte, “Todos discípulos, todos misioneros”, se centra en los sujetos que conforman el Pueblo de Dios y su llamado a asumir la sinodalidad como un estilo eclesial. La tercera parte, “Tejer vínculos, generar comunidades”, se enfoca en los procesos y organismos que promueven el diálogo y el intercambio entre las Iglesias y el mundo. Así mismo, hay un apartado final titulado “Para continuar el camino”. En cada capítulo se recogen convergencias, cuestiones que afrontar y propuestas.
En la clausura, el Cardenal Mario Grech, presentó el Informe de Síntesis de los trabajos realizados. El cardenal se refirió al Sínodo como un proceso continuo de escucha y discernimiento, y no como un evento aislado. Alento a seguir trabajando en la práctica de la sinodalidad en el próximo año, con la esperanza de que los “frutos de este proceso maduren”. Finalizó comparando este tiempo con el de la siembra y la necesidad de cultivar la Iglesia sinodal “con paciencia y dedicación, invocando la acción del Espíritu Santo para su crecimiento y maduración”.
La insistencia en que “Una Iglesia sinodal es una Iglesia centrada en la misión”, es desafiante, porque insiste en el surgimiento de discípulos que den testimonio de su fe: Los miembros de la Iglesia tienen una “corresponsabilidad en la misión de evangelización”. Hay que continuar con los procesos de formación para un “auténtico discipulado”, alimentados por la Palabra y por la Eucaristía.